miércoles, 6 de abril de 2011

¿QUÉ ES FINITUD?

Que los seres son finitos es evidente, como lo muestra su multiplicidad, diversidad y limitaciones. La finitud es la categoría atribuible a todo ser, excepto a aquel que sea afirmado como realidad autosuficiente, absoluta en ser y perfección, mayor que la cual no pueda ser pensada otra (San Anselmo).
La realidad conocida, la que nos consta y experimentamos, es decir, el todo universal, constituye en filosofía la llamada finitud.
  • DEFINICIÓN ETIMOLÓGICA.
En su sentido etimológico, finitud es aquello que tiene fin o término, que está acabado. Toda la realidad universal, tanto física como espiritual, es una realidad finita. Finitud es lo que es limitado.
Todo lo que conocemos es finitud porque todo en el universo tiene límites: la medida de una mesa, la capacidad intelectual, la maldad moral de un acto, la perfección de una obra de arte, una canción, una vida... todo es limitado. Sin embargo, el concepto tiene particular vigencia en la filosofía y en las ciencias antropológicas, para designar la singular configuración del ser humano al que se reconoce como limitado. No hay nada absoluto en la vida humana, y si hubiera algo sólo podría ser expresado relativamente. En otras palabras: en todo aquello que hace referencia al ser humano interviene siempre la finitud. Por eso, el ser humano es un incesante aprendiz, es decir, un ser en constante proceso de formación, de transformación y de deformación. El hombre es un ser-en-devenir, en desarrollo, cuyo inacabamiento le acompaña hasta la muerte.
  • DIVERSAS OPINIONES ACERCA DE LA FINITUD.
Cada cultura, cada religión, cada pueblo, cada individuo, tiene que enfrentarse con los límites e impotencia del ser humano frente a las dificultades que encuentra para realizarse. Incluso desde la cultura Griega se expresa esto en el coro segundo de Antígona de Sófocles nos previene sobre lo difícil de la tarea: Muchas son las cosas inauditas; pero nada tan inaudito como el hombre.
San Agustín, en las Confesiones, destaca la naturaleza pequeña y la mortalidad del hombre frente a la omnipotencia de Dios. Tal es el sentido del «inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti, Señor» (Confesiones). Comienza sus “Confesiones” preguntándose si esta vida humana es una vida mortal o una muerte vital. Lo que pone sobre el tapete con dicho cuestionamiento, es la realidad de la finitud de la vida terrenal del ser humano. Su modo de ser no es un modo pleno y perfecto de ser, aunque tampoco es una nada. La vida del ser humano en esta tierra se encuentra como a medio camino entre la plenitud de ser y la nada. Existe, pero existe limitadamente.
La finitud también viene dada en el campo específico del conocimiento. El conocimiento finito es el conocimiento humano que se contrapone al conocimiento infinito de un dios creador y omnisciente.
Sócrates muestra la limitación del conocimiento humano frente a la divinidad y la necesidad de un autoexamen constante como medio de perfeccionamiento del alma para poder alcanzar la inmortalidad.
Descartes también señala tal limitación y Kant culmina una larga tradición, originada ya en Grecia, según la cual todo conocimiento está circunscrito a las condiciones derivadas de la intuición sensible (Crítica de la razón pura).
Kant habla de que el hombre está estructurado de tal forma que ni siquiera puede recibir la totalidad de las impresiones que lo rodean, ni pensar o conceptualizar las cosas en su ser esencial.

FINITUD DESDE EL PUNTO DE VISTA BIOLÓGICO

“El envejecimiento es una parte del ciclo vital, tal como es la infancia, la adolescencia, la juventud, la madurez. …Quizás en ninguna otra especie el proceso de envejecer es tan aparente y tan largo como en la especie humana. Todas las especies superiores atraviesan por este proceso, que es la etapa previa a la muerte.”[1]
“Conforme se alarga este periodo, los cambios biológicos, psicológicos y sociales que sufren este grupo, se hacen más aparentes y reclaman un estudio más profundo para comprender los mecanismos que conducen a este estado tan peculiar del final de la vida.” [2]
“En realidad en el plano biológico la noción de declinación tiene un sentido claro. El organismo declina cuando sus posibilidades de subsistir se reducen.”[3]
“Es indudable que el proceso de envejecimiento es la antesala de la muerte. El hombre que tien conciencia plena de su existencia y paralelamente un percepción precisa de que su vida tiene un fin, desarrolla la angustia existencial conforme se acerca a esa etapa de la vida.”[4]

[1] BENITEZ-BRIBIESCA, Luis, El ser humano y su dignidad ante la muerte, “Proceso de envejecimiento y muerte celular”, Sociedad Internacional Pro valores humanos E. Fromm, S. Zubiran, A.C., México, 1989.


          


Con el envejecimiento, comienza una serie de procesos de deterioro paulatino de órganos y sus funciones asociadas. Muchas enfermedades, como ciertos tipos de demencia, enfermedades articulares, cardíacas y algunos tipos de cáncer han sido asociados al proceso de envejecimiento.

La muerte se considera como la interrupción de la vida y es un fenómeno irreversible para cualquier ser vivo. Fisiológicamente una persona se encuentra muerta cuando no se registra actividad cerebral y cardíaca.
     

Desde el punto de vista clínico la muerte es el cese de las funciones orgánicas de cualquier ser vivo, la cual está precedida la mayoría de las veces por una etapa agónica, que puede ser corta, o en ocasiones, suele durar hasta un mes antes de la muerte, en algunos casos la etapa de la agonía dura años y de pronto ocurre una mejoría inexplicable.

La muerte se puede producir de dos maneras:
  • Por el cese irreversible de la función cardiorespiratoria (corazón y pulmón) que irriga y oxigena a todo el organismo, incluido al cerebro.
  • Por el cese irreversible de la función cerebral (cerebro) que regula y controla al resto del organismo.
            La muerte clínica se produce cuando los signos vitales cesan su actividad, es decir, deja de latir el corazón, desaparece la respiración, etc. Pero aún siguen vivas las células cerebrales que se encargan de controlar esto, por lo que es posible la resucitación. Cuando dichas células mueren, se produce la muerte biológica.

Gracias al avance tecnológico de la medicina, hoy es posible mantener una actividad cardíaca y ventiladora artificial en cuidados intensivos, en una persona cuyo corazón ha dejado de latir y no es capaz de respirar por sí mismo, por lo cual esto demuestra que no es estar muerto.


La muerte cerebral se produce cuando una persona tiene una lesión cerebral catastrófica que ocasiona el cese total e irreversible de la actividad de todo el cerebro. Éste, al no recibir sangre ni oxígeno, se muere. En estos casos, el resto de los órganos vitales –que son regulados en su función por el cerebro- pueden funcionar durante un tiempo si la persona fallecida está conectada a un respirador, y si al corazón se le infunden soluciones y drogas especiales llamadas inotrópicas que favorecen el latido. La muerte cerebral está aceptada como una manera de morir desde el punto de vista médico, ético y legal. Los criterios para determinar la muerte cerebral son muy estrictos médica y legalmente.

En el medio hospitalario la hora de la muerte puede ser determinada. Algunas veces, la prolongación de la vida, aunque sea vegetativa, se vuelve un fin en sí mismo, y el personal hospitalario mantiene tratamientos que pueden conservarla en forma artificial durante días o semanas. En este caso, la muerte deja de ser un fenómeno natural y necesario. En consecuencia, y eso constituye un gran cambio, la muerte no pertenece más al que va a morir ni a su familia.

Hay personas que pueden permanecer en coma durante muchos años, lo que llamamos coma vegetativo irreversible, nunca recuperarán el conocimiento, pero son capaces de respirar. La persona en muerte cerebral no respira cuando se le retira el respirador, porque está muerta.

Es decir, una cosa es que un paciente esté en coma. En este caso el paciente está vivo padeciendo una severa enfermedad neurológica que lo llevó al estado de coma y éste puede ser irreversible y el paciente puede permanecer en este estado por un tiempo indefinido hasta su fallecimiento o puede experimentar alguna mejoría y recuperar en algo su conciencia.

  • CASO
Karen Ann Quinlan nació el 29 de Marzo de 1954, en Scranton, Pennsylvania. Su madre era una joven de ancestros Irlandeses, soltera. Unas semanas después de nacida fue adoptada por Joseph y Julia Quinlan, devotos católicos, quienes vivían en Landing, New Yersey. Karen Ann vivió sus primeros veinte años sin inconvenientes.

En Abril de 1975 Karen Ann Quinlan comenzó una dieta estricta para poder usar un vestido que había comprado recientemente. El 15 de Abril, asistió a una fiesta en casa de un amigo. Karen Ann no había comido prácticamente nada en las últimas 48 horas. Tras consumir alcohol y un tranquilizante (que se cree que fue fenobarbital o diazepam), Karen le comunicó a sus amigos que se sentía mareada, por lo que fue a recostarse. Quince minutos más tarde la encontraron sin respirar, llamaron una ambulancia y realizaron respiración boca a boca. Sin embargo no recuperó la conciencia y fue ingresada en el Newton Memorial Hospital en New Jersey en estado de coma y pesando 50 Kg. Karen permaneció ahí por nueve días y fue transferida al St Clare´s Hospital. Karen Ann sufrió daño cerebral irreversible por experimentar una falla respiratoria prolongada. Luego de ser trasladada al hospital fue conectada a ventilación mecánica. Nunca se precisó la causa de la falla respiratoria. Karen se encontraba en estado vegetativo persistente. 


Durante los siguientes meses permaneció en el hospital, mientras su condición se deterioró gradualmente, perdió peso llegando a pesar 36 Kg. Karen sólo se mantenía viva por la alimentación nasogástrica y el apoyo del ventilador.

Luego de varios meses, sus padres al observar el estado de su hija solicitaron la suspensión de la ventilación mecánica. El hospital rechazó la petición de los padres. En 1976, los Quinlan llevaron su caso a la Corte Suprema de New Jersey, que finalmente acogió la petición de los padres. Sin embargo, Karen continuó respirando de manera espontánea después del retiro del ventilador. Fue alimentada mediante sonda nasogástrica por nueve años más, hasta su muerte por neumonía en 1985.

lunes, 4 de abril de 2011

FINITUD DESDE EL PUNTO DE VISTA PSICOLÓGICO





  • FINITUD ENTENDIDA COMO PÉRDIDA: 
Dejando  a un lado la concepción de finitud como la culminación de la vida, también puede ser entendida como el cierre de una etapa, esto psicológicamente se traduce en una pérdida.
  • PÉRDIDAS EN EL SER HUMANO:
1.- El nacimiento: equivale a una especie de expulsión del paraíso, el niño es sacado del ambiente al que había sido destinado desde siempre; debe salir de un ambiente amado, acolchonado, protegido del ruido, de los alborotos y de los choques. Y viene de golpe, el individuo es separado de este ambiente protector.
El nacimiento también trae consecuencias y duleo para los padres. La llegada del hijo suscita cambios y adaptaciones, la necesidad de redistribuir los afectos, disminución de la libertad de pareja, pérdida de la privacidad, etc.



2.- En el crecimiento: algunos acontecimientos críticos simbolizan el paso de una fase a la siguiente, la entrada al jardín de niños, el servicio militar el término de los estudios, el matrimonio, la responsabilidad de los padres, la jubilación.
El matrimonio marca el comienzo de una nueva vida, pero brota de una separación; la nueva unión está marcada por una mezcla de lágrimas y sonrisas, porque junto con las promesas están las separaciones. Para cada uno de los cónyuges hay pérdida de libertad y un estilo de vida anterior al matrimonio; para los padres de familia hay pérdida de una presencia, de una distribución a la vida familiar; desde ese momento la vida, para quien se va y para quien se queda, ya no será la misma.

3.- Pérdidas de la propia cultura: la promesa de una vida distinta conlleva sufrimiento, se dejan atrás lugares y tradiciones familiares para aventurarse en países cuya lengua se desconoce y donde los gestos y comportamientos son distintos.

4.- Pérdida de los bienes materiales: cada persona suele apegarse a objetos externos que absorben las energías emotivas: vestidos, libros, instrumentos musicales o recreativos, joyas, autos, dinero, plantas, animales domésticos, bienes de consumo, etc. Para muchos la pérdida más dificil es la de la propia casa, que representa el pasado propio, el ambiente donde se conoce cualquier ángulo, y tiene una finalidad y un significado precisos.

5.- Pérdidas de lazos afectivos: toda autobiografía está marcada por los adioses vividos más o menos intensamente de acuerdo a la profundidad de la relación. Tal vez la pérdida más dramática se da en el divorcio, que es doloroso a nivel emocional y poco aceptado por la sociedad; es la pérdida más difícil de asumir  ya que incluye elementos de posible responsabilidad personal por la disolución de la unión, tiene connotaciones de fracaso social y va acompañado de consecuencias legales, sobre todo cuando hay hijos.

6.- Pérdidas de la salud: la pérdida física de un miembro, un seno, un pulmón, de la vista, el oído, etc., representa la pérdida de una parte de sí.

7.- Pérdidas de lo que no se ha tenido nunca: se trata de la pérdida de realidades soñadas, deseadas que nunca se han tenido. Ej.- el niño que no ha podido conocer a sus padres o se le impide ver a uno de ellos por divorcio.

8.- La última pérdida: la pérdida de la vida o muerte es la más temida, sea que se refiera a uno mismo o a la persona querida.”[1]

  “Frente a la proximidad de la muerte, 
    la necesidad de amor se acrecienta, 
    muero cada día, no hay nada de 
    nuevo en ello.” ---JOSÉ LUIS CUEVAS.---

[1] GARCÍA Colorado, et al, Bioética y Muerte, Editorial Trillas, México, 2008, pág. 35, 36.



Trás una pérdida o como parte del proceso de morir los individuos pasamos por ciertas etapas, según Elisabeth Kübler-Ross, son las siguientes:
  •  1.- Reacción inicial de choque e incredulidad.
  •  2.- Negación como mecanismo de defensa útil; permiti a la psiquis acomodarse y asimilar la realidad de manera paulatina.
  •  3.- Rabia e irritabilidad, como una manifestación inicial de declinar la negación.
  •  4.- Negociación, etapa fugaz en la cual el paciente pretende negociar con Dios, con la vida o con los médicos su curación.
  •  5.- Tristeza y depresión, cuando constata que la negociación no da resultados. Si su ambiente familiar lo permite presenta llanto, desánimo, desapego ante las mútiples pérdidas que la enfermedad le ha ocasionado.
  •  6.- Aceptación pacífica de la  muerte cercana, como fin alcanzable.[2]

[2] GARCÍA Colorado, et al, Bioética y Muerte, Editorial Trillas, México, 2008, pág. 28.

FINITUD DESDE EL PUNTO DE VISTA FILOSÓFICO


La finitud no es signo de imperfección, no es algo que haya que lamentar. La verdad ahora no es la verdad del ego cogito sino algo infinitamente más ineludible. La verdad es yo muero. Esa es una verdad incontestable. Se está nombrando la condición misma del hombre, nuestra existencia es mortal, tiene un inicio y un final. Heidegger apunta que sólo el horizonte de la muerte es el que alumbra de sentido a la existencia, lo que le da peso y profundidad. Esa finitud es la que hace que la existencia pueda ser creadora, original, propia. La finitud de la existencia se prolonga en la multiplicidad de posibilidades y sus decisiones acordadas. La desorientación se resume en multiplicidad de formas de hacernos a nosotros mismos, formas de ser, se prolongan en el acto de la decisión, de lo que uno quiere llegar a ser. Pero ese ser sólo lo posibilita su finitud. El hombre es una realidad sucesiva, atravesada por el tiempo. El ser es tiempo.

La angustia está en relación con la condición paradójica del ser: esa que nos remite a la a la falta, al ser y no ser, la vida y la muerte. Frente a esta angustia, se busca la completud que se ha perdido. Al hombre, como síntesis de lo finito y lo infinito, le provoca desesperación el infinito contra su finitud y desespera. El proceso, en un sentido o en otro, sólo evidencia la finitud del hombre en razón de su temporalidad, la desesperación es el golpe del que no se puede escapar. Sin embargo, la desesperación es una forma de salvación para Kierkegaard, “hay una desesperación saludable y salvadora, signo de una humanidad que se conoce a la vez como finita y como infinita. Es la puerta que se abre a la trascendencia del Absoluto, introduce en lo eterno” (Jolivet, 1950, p. 53). La premisa es que el hombre se hace a sí mismo, su libertad la ejerce para consistir, pero sólo através de su ser que es finito. El hombre está en apertura en relación a esa finitud, un hombre inacabado que tiene que determinarse a través del acto libre.

·      ENTENDIDA COMO FALTA: 

Hablando sobre la falta, tuve la oportunidad de identificarla en mi estudio del pasado como lo irrecuperable. Como aquello que nos deja en falta ya que no podemos acceder a el . Me impresiono una vez mas la forma en la que la falta y la muerte nos atraviesa y nos constituye. 

           Nunca vamos a poder sustituir la falta por completo. En la historia esta sustitución del pasado se hace a través del libro de historia. Entonces la historia es vista como esta búsqueda interminable por la otredad que nos funda y un acto de duelo imposible. El pasado como un gran otro que se ha ido para siempre. Se tendrá que aprender a vivir con la perdida! Una vez mas estamos en falta y es ésta la que nos constituye y nos da sentido.

Con esto nos podemos enfrentar al tema del deseo, deseamos porque nos hace falta. Sobre esto podemos abrir una nota positiva: la falta nos hace desear, nos hace buscar, nos motiva, nos impulsa, nos hace crecer, etc. La vida siempre es falta, siempre estamos buscando llenarla con nuestras metas a corto plazo, buscando eso absoluto que siempre nos queda como una linea de horizonte, que cada vez que avanzamos se desplaza. Qué pasaría si se llegara a la meta final? Con esta pregunta, les dejo un video de family guy: 



FUENTES DE INTERNET