lunes, 4 de abril de 2011

FINITUD DESDE EL PUNTO DE VISTA PSICOLÓGICO





  • FINITUD ENTENDIDA COMO PÉRDIDA: 
Dejando  a un lado la concepción de finitud como la culminación de la vida, también puede ser entendida como el cierre de una etapa, esto psicológicamente se traduce en una pérdida.
  • PÉRDIDAS EN EL SER HUMANO:
1.- El nacimiento: equivale a una especie de expulsión del paraíso, el niño es sacado del ambiente al que había sido destinado desde siempre; debe salir de un ambiente amado, acolchonado, protegido del ruido, de los alborotos y de los choques. Y viene de golpe, el individuo es separado de este ambiente protector.
El nacimiento también trae consecuencias y duleo para los padres. La llegada del hijo suscita cambios y adaptaciones, la necesidad de redistribuir los afectos, disminución de la libertad de pareja, pérdida de la privacidad, etc.



2.- En el crecimiento: algunos acontecimientos críticos simbolizan el paso de una fase a la siguiente, la entrada al jardín de niños, el servicio militar el término de los estudios, el matrimonio, la responsabilidad de los padres, la jubilación.
El matrimonio marca el comienzo de una nueva vida, pero brota de una separación; la nueva unión está marcada por una mezcla de lágrimas y sonrisas, porque junto con las promesas están las separaciones. Para cada uno de los cónyuges hay pérdida de libertad y un estilo de vida anterior al matrimonio; para los padres de familia hay pérdida de una presencia, de una distribución a la vida familiar; desde ese momento la vida, para quien se va y para quien se queda, ya no será la misma.

3.- Pérdidas de la propia cultura: la promesa de una vida distinta conlleva sufrimiento, se dejan atrás lugares y tradiciones familiares para aventurarse en países cuya lengua se desconoce y donde los gestos y comportamientos son distintos.

4.- Pérdida de los bienes materiales: cada persona suele apegarse a objetos externos que absorben las energías emotivas: vestidos, libros, instrumentos musicales o recreativos, joyas, autos, dinero, plantas, animales domésticos, bienes de consumo, etc. Para muchos la pérdida más dificil es la de la propia casa, que representa el pasado propio, el ambiente donde se conoce cualquier ángulo, y tiene una finalidad y un significado precisos.

5.- Pérdidas de lazos afectivos: toda autobiografía está marcada por los adioses vividos más o menos intensamente de acuerdo a la profundidad de la relación. Tal vez la pérdida más dramática se da en el divorcio, que es doloroso a nivel emocional y poco aceptado por la sociedad; es la pérdida más difícil de asumir  ya que incluye elementos de posible responsabilidad personal por la disolución de la unión, tiene connotaciones de fracaso social y va acompañado de consecuencias legales, sobre todo cuando hay hijos.

6.- Pérdidas de la salud: la pérdida física de un miembro, un seno, un pulmón, de la vista, el oído, etc., representa la pérdida de una parte de sí.

7.- Pérdidas de lo que no se ha tenido nunca: se trata de la pérdida de realidades soñadas, deseadas que nunca se han tenido. Ej.- el niño que no ha podido conocer a sus padres o se le impide ver a uno de ellos por divorcio.

8.- La última pérdida: la pérdida de la vida o muerte es la más temida, sea que se refiera a uno mismo o a la persona querida.”[1]

  “Frente a la proximidad de la muerte, 
    la necesidad de amor se acrecienta, 
    muero cada día, no hay nada de 
    nuevo en ello.” ---JOSÉ LUIS CUEVAS.---

[1] GARCÍA Colorado, et al, Bioética y Muerte, Editorial Trillas, México, 2008, pág. 35, 36.



Trás una pérdida o como parte del proceso de morir los individuos pasamos por ciertas etapas, según Elisabeth Kübler-Ross, son las siguientes:
  •  1.- Reacción inicial de choque e incredulidad.
  •  2.- Negación como mecanismo de defensa útil; permiti a la psiquis acomodarse y asimilar la realidad de manera paulatina.
  •  3.- Rabia e irritabilidad, como una manifestación inicial de declinar la negación.
  •  4.- Negociación, etapa fugaz en la cual el paciente pretende negociar con Dios, con la vida o con los médicos su curación.
  •  5.- Tristeza y depresión, cuando constata que la negociación no da resultados. Si su ambiente familiar lo permite presenta llanto, desánimo, desapego ante las mútiples pérdidas que la enfermedad le ha ocasionado.
  •  6.- Aceptación pacífica de la  muerte cercana, como fin alcanzable.[2]

[2] GARCÍA Colorado, et al, Bioética y Muerte, Editorial Trillas, México, 2008, pág. 28.

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