miércoles, 6 de abril de 2011

FINITUD DESDE EL PUNTO DE VISTA BIOLÓGICO

“El envejecimiento es una parte del ciclo vital, tal como es la infancia, la adolescencia, la juventud, la madurez. …Quizás en ninguna otra especie el proceso de envejecer es tan aparente y tan largo como en la especie humana. Todas las especies superiores atraviesan por este proceso, que es la etapa previa a la muerte.”[1]
“Conforme se alarga este periodo, los cambios biológicos, psicológicos y sociales que sufren este grupo, se hacen más aparentes y reclaman un estudio más profundo para comprender los mecanismos que conducen a este estado tan peculiar del final de la vida.” [2]
“En realidad en el plano biológico la noción de declinación tiene un sentido claro. El organismo declina cuando sus posibilidades de subsistir se reducen.”[3]
“Es indudable que el proceso de envejecimiento es la antesala de la muerte. El hombre que tien conciencia plena de su existencia y paralelamente un percepción precisa de que su vida tiene un fin, desarrolla la angustia existencial conforme se acerca a esa etapa de la vida.”[4]

[1] BENITEZ-BRIBIESCA, Luis, El ser humano y su dignidad ante la muerte, “Proceso de envejecimiento y muerte celular”, Sociedad Internacional Pro valores humanos E. Fromm, S. Zubiran, A.C., México, 1989.


          


Con el envejecimiento, comienza una serie de procesos de deterioro paulatino de órganos y sus funciones asociadas. Muchas enfermedades, como ciertos tipos de demencia, enfermedades articulares, cardíacas y algunos tipos de cáncer han sido asociados al proceso de envejecimiento.

La muerte se considera como la interrupción de la vida y es un fenómeno irreversible para cualquier ser vivo. Fisiológicamente una persona se encuentra muerta cuando no se registra actividad cerebral y cardíaca.
     

Desde el punto de vista clínico la muerte es el cese de las funciones orgánicas de cualquier ser vivo, la cual está precedida la mayoría de las veces por una etapa agónica, que puede ser corta, o en ocasiones, suele durar hasta un mes antes de la muerte, en algunos casos la etapa de la agonía dura años y de pronto ocurre una mejoría inexplicable.

La muerte se puede producir de dos maneras:
  • Por el cese irreversible de la función cardiorespiratoria (corazón y pulmón) que irriga y oxigena a todo el organismo, incluido al cerebro.
  • Por el cese irreversible de la función cerebral (cerebro) que regula y controla al resto del organismo.
            La muerte clínica se produce cuando los signos vitales cesan su actividad, es decir, deja de latir el corazón, desaparece la respiración, etc. Pero aún siguen vivas las células cerebrales que se encargan de controlar esto, por lo que es posible la resucitación. Cuando dichas células mueren, se produce la muerte biológica.

Gracias al avance tecnológico de la medicina, hoy es posible mantener una actividad cardíaca y ventiladora artificial en cuidados intensivos, en una persona cuyo corazón ha dejado de latir y no es capaz de respirar por sí mismo, por lo cual esto demuestra que no es estar muerto.


La muerte cerebral se produce cuando una persona tiene una lesión cerebral catastrófica que ocasiona el cese total e irreversible de la actividad de todo el cerebro. Éste, al no recibir sangre ni oxígeno, se muere. En estos casos, el resto de los órganos vitales –que son regulados en su función por el cerebro- pueden funcionar durante un tiempo si la persona fallecida está conectada a un respirador, y si al corazón se le infunden soluciones y drogas especiales llamadas inotrópicas que favorecen el latido. La muerte cerebral está aceptada como una manera de morir desde el punto de vista médico, ético y legal. Los criterios para determinar la muerte cerebral son muy estrictos médica y legalmente.

En el medio hospitalario la hora de la muerte puede ser determinada. Algunas veces, la prolongación de la vida, aunque sea vegetativa, se vuelve un fin en sí mismo, y el personal hospitalario mantiene tratamientos que pueden conservarla en forma artificial durante días o semanas. En este caso, la muerte deja de ser un fenómeno natural y necesario. En consecuencia, y eso constituye un gran cambio, la muerte no pertenece más al que va a morir ni a su familia.

Hay personas que pueden permanecer en coma durante muchos años, lo que llamamos coma vegetativo irreversible, nunca recuperarán el conocimiento, pero son capaces de respirar. La persona en muerte cerebral no respira cuando se le retira el respirador, porque está muerta.

Es decir, una cosa es que un paciente esté en coma. En este caso el paciente está vivo padeciendo una severa enfermedad neurológica que lo llevó al estado de coma y éste puede ser irreversible y el paciente puede permanecer en este estado por un tiempo indefinido hasta su fallecimiento o puede experimentar alguna mejoría y recuperar en algo su conciencia.

  • CASO
Karen Ann Quinlan nació el 29 de Marzo de 1954, en Scranton, Pennsylvania. Su madre era una joven de ancestros Irlandeses, soltera. Unas semanas después de nacida fue adoptada por Joseph y Julia Quinlan, devotos católicos, quienes vivían en Landing, New Yersey. Karen Ann vivió sus primeros veinte años sin inconvenientes.

En Abril de 1975 Karen Ann Quinlan comenzó una dieta estricta para poder usar un vestido que había comprado recientemente. El 15 de Abril, asistió a una fiesta en casa de un amigo. Karen Ann no había comido prácticamente nada en las últimas 48 horas. Tras consumir alcohol y un tranquilizante (que se cree que fue fenobarbital o diazepam), Karen le comunicó a sus amigos que se sentía mareada, por lo que fue a recostarse. Quince minutos más tarde la encontraron sin respirar, llamaron una ambulancia y realizaron respiración boca a boca. Sin embargo no recuperó la conciencia y fue ingresada en el Newton Memorial Hospital en New Jersey en estado de coma y pesando 50 Kg. Karen permaneció ahí por nueve días y fue transferida al St Clare´s Hospital. Karen Ann sufrió daño cerebral irreversible por experimentar una falla respiratoria prolongada. Luego de ser trasladada al hospital fue conectada a ventilación mecánica. Nunca se precisó la causa de la falla respiratoria. Karen se encontraba en estado vegetativo persistente. 


Durante los siguientes meses permaneció en el hospital, mientras su condición se deterioró gradualmente, perdió peso llegando a pesar 36 Kg. Karen sólo se mantenía viva por la alimentación nasogástrica y el apoyo del ventilador.

Luego de varios meses, sus padres al observar el estado de su hija solicitaron la suspensión de la ventilación mecánica. El hospital rechazó la petición de los padres. En 1976, los Quinlan llevaron su caso a la Corte Suprema de New Jersey, que finalmente acogió la petición de los padres. Sin embargo, Karen continuó respirando de manera espontánea después del retiro del ventilador. Fue alimentada mediante sonda nasogástrica por nueve años más, hasta su muerte por neumonía en 1985.

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